Una buena práctica para protegerse de estados emocionales negativos es aprender una nueva forma de mirar, una manera diferente de interpretar lo que percibimos, un modo distinto de clasificar las situaciones. 

La realidad no es única, depende de la interpretación que hacemos de ella. Según el momento en que nos encontramos, los hechos son interpretados y evaluados como “negativos, neutros o  positivos”.  Pero los hechos en si no tienen esta clasificación. 

Por ejemplo, si recibo una llamada en que me dices que he sido seleccionada, y que el lunes empiezo en “el trabajo de mis sueños”, estaré exultante, tendré una inmensa alegría. Si después de la noticia, voy a recoger mi coche y veo que me han multado, probablemente (en función de mi forma de ser), consideraré la multa como un inconveniente, pero no me empañará el día. Sin embargo, si ese día ha comenzado con que me he despertado antes de la hora prevista porque mis vecinos hacían ruidos, y me he levantado enfadada, y cuando he bajado a la calle me encuentro que me han multado, puede que mi discurso interno sea negativo, y considere que todo me ocurre a mí, y empiece con un diálogo interno que me produzca tristeza, enfado o malestar

Realmente, si nos fijamos, el hecho es el mismo, “una multa”, que supone claramente un inconveniente, lo que cambia es el estado de ánimo con que yo acojo la circunstancia. Y todo depende mucho de hacia dónde dirijo mi mirada, a como interpreto los hechos, y como decido sentirme en cada momento.

En el segundo caso, si cuando me hubieran despertado, 

en vez de enfadarme hubiera decidido etiquetar de forma diferente la experiencia, probablemente hubiera podido remontar el hecho de que me hubieran multado. 

Me han despertado, internamente me digo que si no puedo seguir durmiendo es que ya he dormido lo suficiente, y por tanto, al levantarme antes, voy a tener tiempo para poder terminar una tarea que tenía pendiente. 

Cuando bajo a la calle, y veo que me han multado, voy a intentar ver que aspecto positivo puede tener para mí. Evalúo y considero que es un inconveniente, en vez de fustigarme o enfadarme, reevalúo opciones que tengo, y quizás aprendizajes. Veo que tengo la opción de pagarla inmediatamente y tener una bonificación por pronto pago. Y me ayuda a reflexionar que mi despiste a la hora de aparcar en un sitio prohibido se debe a que estaba demasiado cansada, apuré demasiado tiempo en el trabajo, y considero que la multa me indica que tengo que escuchar mi cuerpo y no seguir trabajando cuando estoy agotada, porque eso hace que baje mi atención y concentración. Puedo considerar que la multa me está ayudando a reflexionar sobre las actitudes que tengo hacia mí. Está manera de ver los acontecimientos, no me sumerge en un estado de tristeza o enfado, sino que me permite asumir la situación de forma que mi día no quede completamente embarrado.

Las cosas por sí solas no tienen ningún valor, la valoración se la pones tú con tu mirada. Tú decides si es positivo, neutro o negativo. Te invito a intentar mirar los acontecimiento de forma que te potencien y que no te sumerjan en estados mentales que te produzcan insatisfacción.

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Inma MArtínez

Inma MArtínez

Psicóloga experta en coaching, comunicación y programación neurolingüística.

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